lunes, 11 de junio de 2012

UNA FORMA DE VER LA VIDA...

Para algunas personas, el arte es un medio de expresión; para otras, es una profesión, un medio de comunicación o simplemente un hobby. Pero, ¿qué sucede cuando el arte es una forma de ver y entender la vida; cuando los ojos perciben la realidad cotidiana como una obra artística digna de ser mostrada?
El 15 de mayo se inauguró la muestra de pintura del artista nicoleño Luciano Martín Armada en el Auditorio Municipal. Ocho acrílicos y dos dibujos son la síntesis del aprendizaje autodidacta que este joven realizó cuando, accidentalmente y a la fuerza, abrió los ojos y debió enfrentarse nuevamente con la realidad.
Luciano no nació con la vocación de artista ni imaginó que los pinceles formarían parte de su cotidianeidad. No se interesó por la pintura más que frente al cuadro de la sala de espera del dentista o cuando se encontraba aburrido dibujando los márgenes de la tarea escolar. Luciano no sabía sobre mezcla de colores, claroscuro o proporciones correctas del cuerpo humano; no sabía de la existencia de Goya, Dalí o Warhol; no entendía la diferencia entre un óleo y una tiza pastel, mucho menos entre un lienzo y un papel. Pero una tarde fría, el destino lo sorprendió en un cruce de calles y, víctima de un cuerpo roto y dolorido, se vio obligado a ver colores donde no los había, a ver formas donde no existían, a plasmar historias sobre un papel en blanco y a construir una nueva imagen del futuro que, afortunadamente, le fue concedido. Los secretos de un corazón asustado coexistieron con fantasmas latentes y dibujitos animados en la mente de este niño-adulto que sólo era dueño del deseo de transitar un mundo distinto al de la oscuridad cotidiana. No fue por azar, entonces, que seres tiernamente monstruosos, fantasías caprichosas, realidades de otro orden y bailarinas sobre plumas nacieran del contacto con el pincel.
Al habitar la línea media entre ser y no-ser, ¿fue el arte el salvavidas que rescató y conectó con la vida el alma de este joven sin convicciones? Sí. Porque fue y es un renacer dentro de un nuevo hábitat psicológico en donde nada de lo ya conocido se halla; es un volver a empezar con la óptica apuntando hacia un sector sensible; es la fuerza y el motivo de superación que utilizó para contar su júbilo de vivir. Es probable que aún no sepa muchas cosas, sin embargo, sólo le basta saber que la vida es una obra de arte para darse ánimo a aprender lo que su mente y manos pueden construir.
“Lo hice sin saber, pero claro, ¿qué iba a pintar si no?”, afirmó el joven artista sonriente y digno frente a sus trabajos.




El texto se publicó en el Diario El Norte, San Nicolás - Buenos Aires, en el segmento cultural del día sábado 28 de mayo de 2011. Para más información: www.diarioelnorte.com.ar

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