Para algunas personas, el arte es un medio de
expresión; para otras, es una profesión, un medio de comunicación o simplemente
un hobby. Pero, ¿qué sucede cuando el arte es una forma de ver y entender la
vida; cuando los ojos perciben la realidad cotidiana como una obra artística
digna de ser mostrada?
El 15 de mayo se inauguró la muestra de pintura
del artista nicoleño Luciano Martín Armada en el Auditorio Municipal. Ocho
acrílicos y dos dibujos son la síntesis del aprendizaje autodidacta que este
joven realizó cuando, accidentalmente y a la fuerza, abrió los ojos y debió enfrentarse
nuevamente con la realidad.
Luciano no nació con la vocación de artista ni
imaginó que los pinceles formarían parte de su cotidianeidad. No se interesó
por la pintura más que frente al cuadro de la sala de espera del dentista o
cuando se encontraba aburrido dibujando los márgenes de la tarea escolar. Luciano
no sabía sobre mezcla de colores, claroscuro o proporciones correctas del
cuerpo humano; no sabía de la existencia de Goya, Dalí o Warhol; no entendía la
diferencia entre un óleo y una tiza pastel, mucho menos entre un lienzo y un
papel. Pero una tarde fría, el destino lo sorprendió en un cruce de calles y, víctima
de un cuerpo roto y dolorido, se vio obligado a ver colores donde no los había,
a ver formas donde no existían, a plasmar historias sobre un papel en blanco y
a construir una nueva imagen del futuro que, afortunadamente, le fue concedido.
Los secretos de un corazón asustado coexistieron con fantasmas latentes y
dibujitos animados en la mente de este niño-adulto que sólo era dueño del deseo
de transitar un mundo distinto al de la oscuridad cotidiana. No fue por azar,
entonces, que seres tiernamente monstruosos, fantasías caprichosas, realidades
de otro orden y bailarinas sobre plumas nacieran del contacto con el pincel.
Al habitar la línea media entre ser y no-ser, ¿fue
el arte el salvavidas que rescató y conectó con la vida el alma de este joven
sin convicciones? Sí. Porque fue y es un renacer dentro de un nuevo hábitat psicológico
en donde nada de lo ya conocido se halla; es un volver a empezar con la óptica
apuntando hacia un sector sensible; es la fuerza y el motivo de superación que
utilizó para contar su júbilo de vivir. Es probable que aún no sepa muchas
cosas, sin embargo, sólo le basta saber que la vida es una obra de arte para
darse ánimo a aprender lo que su mente y manos pueden construir.
“Lo hice sin saber, pero claro, ¿qué iba a
pintar si no?”, afirmó el joven artista sonriente y digno frente a sus
trabajos.
El texto se
publicó en el Diario El Norte, San Nicolás - Buenos Aires, en el segmento
cultural del día sábado 28 de mayo de 2011. Para más información:
www.diarioelnorte.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario