En la mayoría de las ocasiones, una “muestra
colectiva” es una exposición en donde se plasma de tantas formas como artistas
participen una misma temática o problemática. Al confluir observaciones
distintas sobre un mismo hecho, la exhibición es muy rica en imágenes y cada
interpretación se considera una obra individual pero a la vez colectiva. Cada mirada
es un trabajo, cada artista brinda una representación única sobre el tema en
cuestión a la vez que construye vínculos de hermandad con las demás creaciones
suspendidas sobre el hilo conductor.
El arquitecto Néstor Julio Otero y su asistente
Federico Alonso llegaron desde Capital Federal para compartir una celebración
un poco fuera de lo común para lo que, como nicoleños, estamos acostumbrados a
festejar. En una ciudad del interior del país, conmemorar el 75° aniversario
del nacimiento del Obelisco de Buenos Aires, además de ser toda una genialidad,
es algo que no se pensó ni especuló que podría suceder. Sin embargo, es así
como el día 24 de junio se inauguró en el Complejo
Cultural del Teatro Municipal Rafael de Aguiar la muestra colectiva Testigo Silencioso 1936-2011.
En la sala de exposición ubicada en Maipú 22, mezclando
pintura, fotografía, escultura, dibujo y video, 70 artistas se reunieron bajo
un mismo pretexto: homenajear a un icono argentino en su cumpleaños. 70 imágenes
del obelisco, 70 representaciones y formas distintas de un mismo objeto, cada
una signada por la grandilocuencia de las manos creadoras. Allí radica la magia
y el factor sorpresa de la libre interpretación y de la huella ocular que cada uno
posee. Ningún trabajo es similar a otro, cada individualidad posee su impronta
aún habiendo nacido de la misma palabra y de la misma intersección de calles.
Entre los participantes, cabe destacar la
presencia de once artistas plásticos locales que sumaron su aporte desde la
lejanía geográfica: Natty Bartolini, Miguel Cámpora, Alejandrina Cappadoro,
Elzie Diaz Foix, Rubito González, Eduardo Marchiano, Lolo Parigini, Lidia
Sancho, Claudia Solari, Susana Tapia y Jaly Vazquez. En sintonía con los demás trabajos,
los representantes nicoleños brindaron una magnifica, prolija y cuidada
contribución que estuvo a la altura de aquella mole de hormigón. La observaron
con cautela y meticulosidad hurgando entre recuerdos y reviviendo las más disímiles
visiones del erguido gigante. Fieles a las técnicas y estilos artísticos propios
de cada uno, a través de trazos, colores, figuras y volúmenes han dejado su
huella de estilo y marca personal otorgando una nueva fábula tejida alrededor
de la estructura piramidal.
“¿Quién es el verdadero testigo? ¿De quién es
la silenciosa contemplación?” comentaban los presentes en la inauguración de la
muestra a la vez que despertaban la incógnita sobre sí los edificios de
materiales inertes poseen vida. En este caso, la larga trayectoria confirió al Obelisco
de una participación activa como miembro de la sociedad: vivenció victorias
futbolísticas y triunfos políticos; sintió la euforia y la ira del pueblo hambriento
en sus reclamos cotidianos; observó banderas de colores, eclipses, el deambular
de los turistas perdidos y hasta el caer de la nieve. Sin duda, es un testigo
fundamental de la evolución de una nación y del paso de su capital de aldea a
metrópoli.
Testigo silencioso demuestra a su vez, que los roles pueden
invertirse y que, dentro de la sala de exposición, los artistas se convierten
en testigos del homenajeado obsequiándole tantos bellos y disímiles retratos
como miradas recayeron sobre su ser. Visitar la muestra es una magnífica excursión
y un entretenido circuito turístico, histórico y creativo en el cual se puede jugar
a encontrar quién es el verdadero observador y quién el auténtico testigo desde
la quietud del silencio.
El texto se
publicó en el Diario El Norte, San Nicolás - Buenos Aires, en el segmento
cultural del día sábado 2 de julio de 2011. Para más información:
www.diarioelnorte.com.ar
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