“Es imposible apagar tanto color”, comentaban
con entusiasmo los visitantes que acudieron a la inauguración de la muestra de la
artista Ana Boulán el día 2 de junio en el Complejo
Cultural del Teatro Municipal Rafael de Aguiar. Y si algo confirma aquel enunciado, es el
hecho de que pocas veces sucede que, en una sala de exposición, se lleve a cabo
una verdadera fiesta en homenaje a la creatividad.
Un gran carnaval de colores, música y amistad
se presentó de forma cálida y divertida en un ambiente en el que el sabor de la
pachamama y los vínculos humanos fueron los protagonistas. Las tiernas melodías
de una guitarra y el conmovedor recitar de poesías a cargo de Jorge Menna y
Javier Tisera, acompañaron los veinticuatro trabajos en exposición en un alegre
jolgorio de formas, sonidos y texturas.
Pintura, restos de tejidos y pedacitos de cerámica
conviven armoniosamente dentro de soportes rectangulares, expresando los vestigios
de antiguas civilizaciones que sobreviven al paso del tiempo. Historias y
leyendas se hacen presentes en la sociedad nicoleña actual mostrando el más
festivo folklore creado a través de manos alfareras que enhebran urdimbres de pigmento
y barro.
En el instante de contemplación, en aquel
segundo en que se posa la vista sobre los paisajes inundados de rojos, tierras
y naranjas, miles de seres acuden a nuestro encuentro y nos permiten percibir
el mágico sonido de un sicu o una quena que bailan al son de una alegre copla. Gracias
a la minuciosa iconografía, las imágenes pasan a ser testimonios pampeanos de
una cultura ancestral que conecta el espectador con la madre tierra encargada
de zurcir raíces en el imaginario colectivo. La responsable de tan arraigados
trabajos es la curiosa mezcla de técnicas mediante la cual se puede respirar la
consistencia del suelo, sentir la humedad de la arcilla a modelar y rozar los suaves
restos de lanas e hilos prolijamente tejidos.
“Me soy
honesta y todo me sale del alma, para así dejar pequeñas huellas de lo que el
barro me cuenta”, afirmó con pasión la artista de Villa Constitución. A través
de la ternura de sus maternales manos, nos enseña a no perder el vínculo con la
tierra y con la historia de las comunidades autóctonas del territorio argentino.
Pequeños símbolos de la herencia aborigen aún no se han perdido y reviven a
cada instante en el maravilloso carnavalito que late con fuerza dentro del
corazón de la artista.
El texto se
publicó en el Diario El Norte, San Nicolás - Buenos Aires, en el segmento
cultural del día sábado 4 de junio de 2011. Para más información:
www.diarioelnorte.com.ar
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