lunes, 11 de junio de 2012

AFORTUNADO RECOLECTOR DE MÁGICOS HECHOS...

Las ciudades albergan una cantidad sorprendente de lugares míticos en los cuales es posible hacer un alto en el trajín diario y mezclarse entre finos granos de café y azúcar blanca. El bar es toda una institución argentina en donde confluyen las más variadas situaciones y circunstancias: es un recinto que gestó grandes revoluciones, que vio nacer pasionales amores, que sintió el acoso de acérrimos hinchas blanqui-celestes y cobijo las más tristes desesperanzas.
Los visitantes que concurrieron a la inauguración de la muestra De Gira de Caio Di Lorenzo el viernes 14 de octubre, con satisfactorio agrado y jovial alegría, descubrieron que San Nicolás no es la excepción en cuanto a bares se refiere. La sorpresa fue masiva ante la revelación del gran número de establecimientos expendedores de café que, desparramados y dispersos, habitan la ciudad.
Durante varios meses, mientras el imaginario colectivo degustaba el característico aroma de la máquina de café y oía el tintinear de las cucharas golpeando las tazas,  sigilosas manos dibujaban trazos fugaces y apresurados motivados por el deseo de inmortalizar aquel instante real y cotidiano en que el mozo deambula entre los obstáculos hasta servir suavemente el aperitivo al cliente. Es allí donde, casi como un niño, Caio jugó a ser detective: decidió sentarse y husmear una faceta de la mística del bar que pocos tienen la suerte de dilucidar. Tanto sus lápices como su cámara fotográfica exploraron con hábil maestría lo que sucedía en el breve instante en que se vacía un cortado en jarrita. Sacando punta a su visión, descubrió cuál es el rincón con vida propia, cuál es la mesa con el aura más brillante y cuál el personaje bienamado y habitúe al que todos saludan al entrar.
Cincuenta dibujos realizados con calidas líneas manifiestan la ternura y el amor con que este retratista de lo cotidiano representó un pequeño fragmento de nuestra ciudad. El dibujante y pintor se ha convertido en un humilde buscador de iconos y en un afortunado recolector de mágicos hechos. La simpleza conmueve y enternece al punto de sentir el amargo gusto del café mientras se observa y reconoce qué bar es el de la imagen en exhibición.
“El bar es una fábrica de ideas: llegaba, sacaba fotos, dibujaba al mozo y me iba”, afirmó el artista nicoleño mientras todos los espectadores quedaban hipnotizados recordando viejas anécdotas vividas en aquellos lugares.
Es probable que lo hayamos cruzado por algún bar, mezclado entre tazas y botellas o camuflado entre los visitantes que vienen, consumen y se van pronto. Que bello placer saber que un artesano del grafito desliza sus sintéticos y esbozados trabajos entre bebidas añejas y licores desteñidos sobre mesas que albergan mil historias nicoleñas.



El texto se publicó en el Diario El Norte, San Nicolás - Buenos Aires, en el segmento cultural del día sábado 29 de octubre de 2011. Para más información: www.diarioelnorte.com.ar

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