Las ciudades albergan una cantidad sorprendente
de lugares míticos en los cuales es posible hacer un alto en el trajín diario y
mezclarse entre finos granos de café y azúcar blanca. El bar es toda una
institución argentina en donde confluyen las más variadas situaciones y
circunstancias: es un recinto que gestó grandes revoluciones, que vio nacer
pasionales amores, que sintió el acoso de acérrimos hinchas blanqui-celestes y
cobijo las más tristes desesperanzas.
Los visitantes que concurrieron a la
inauguración de la muestra De Gira de
Caio Di Lorenzo el viernes 14 de octubre, con satisfactorio agrado y jovial
alegría, descubrieron que San Nicolás no es la excepción en cuanto a bares se
refiere. La sorpresa fue masiva ante la revelación del gran número de
establecimientos expendedores de café que, desparramados y dispersos, habitan
la ciudad.
Durante varios meses, mientras el imaginario
colectivo degustaba el característico aroma de la máquina de café y oía el
tintinear de las cucharas golpeando las tazas, sigilosas manos dibujaban trazos fugaces y
apresurados motivados por el deseo de inmortalizar aquel instante real y
cotidiano en que el mozo deambula entre los obstáculos hasta servir suavemente el
aperitivo al cliente. Es allí donde, casi como un niño, Caio jugó a ser
detective: decidió sentarse y husmear una faceta de la mística del bar que
pocos tienen la suerte de dilucidar. Tanto sus lápices como su cámara
fotográfica exploraron con hábil maestría lo que sucedía en el breve instante
en que se vacía un cortado en jarrita. Sacando punta a su visión, descubrió cuál
es el rincón con vida propia, cuál es la mesa con el aura más brillante y cuál
el personaje bienamado y habitúe al que todos saludan al entrar.
Cincuenta dibujos realizados con calidas líneas
manifiestan la ternura y el amor con que este retratista de lo cotidiano
representó un pequeño fragmento de nuestra ciudad. El dibujante y pintor se ha
convertido en un humilde buscador de iconos y en un afortunado recolector de mágicos
hechos. La simpleza conmueve y enternece al punto de sentir el amargo gusto del
café mientras se observa y reconoce qué bar es el de la imagen en exhibición.
“El bar es una fábrica de ideas: llegaba,
sacaba fotos, dibujaba al mozo y me iba”, afirmó el artista nicoleño mientras
todos los espectadores quedaban hipnotizados recordando viejas anécdotas
vividas en aquellos lugares.
Es probable que lo hayamos cruzado por algún
bar, mezclado entre tazas y botellas o camuflado entre los visitantes que
vienen, consumen y se van pronto. Que bello placer saber que un artesano del
grafito desliza sus sintéticos y esbozados trabajos entre bebidas añejas y
licores desteñidos sobre mesas que albergan mil historias nicoleñas.
El texto se
publicó en el Diario El Norte, San Nicolás - Buenos Aires, en el segmento
cultural del día sábado 29 de octubre de 2011. Para más información:
www.diarioelnorte.com.ar
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